Edmund Kemper, conocido como «El Asesino de las Universitarias», es una de las figuras más inquietantes en la historia del crimen estadounidense. Su historia no solo resuena por la brutalidad de sus crímenes, sino también por la complejidad de su personalidad y su trasfondo familiar. A medida que se profundiza en su vida, se revela un oscuro mapa de traumas y experiencias que contribuyeron a forjar a este infame criminal.
Kemper asesinó a un total de diez personas, entre ellas su propia madre, lo que marcó el final de su macabra racha de homicidios. Con una altura de 2.06 metros y un coeficiente intelectual de 145, su figura imponente y su mente excepcional lo sitúan en un lugar curioso dentro de la historia de los asesinos en serie en Estados Unidos, donde a menudo se le pasa por alto.
Los primeros años de vida de Edmund Kemper
Nacido en 1948 en Burbank, California, Ed Kemper creció en un hogar disfuncional. Fue el hijo del medio y único varón de Clarnell Elizabeth Kemper y Edmund Emil Kemper II. Su padre, un veterano de la Segunda Guerra Mundial, dejó la familia cuando Ed era aún un niño.
La relación con su madre fue particularmente tormentosa. Clarnell era una mujer alcohólica que posiblemente padecía un trastorno de personalidad límite. A menudo, se refería a Ed con desprecio, afirmando que nunca sería amado por una mujer. Estas experiencias moldearon su psique, llevando a Kemper a desarrollar fantasías oscuras desde una edad temprana.
A los 10 años, realizó actos perturbadores, como enterrar a un gato vivo. Tres años más tarde, disparó a sus abuelos, afirmando que solo quería experimentar lo que se sentía al matar. Este acto de violencia fue una expresión cruda de su deseo de controlar y dominar su entorno.
El inicio de la pesadilla: los primeros asesinatos
La vida de Kemper dio un giro radical cuando, a los 15 años, asesinó a sus abuelos. Utilizando un rifle que le había sido regalado, disparó a su abuela y, al regresar su abuelo, también lo mató. Tras el crimen, llamó a la policía, informando sobre los asesinatos de manera casi casual.
Después de ser enviado a un hospital psiquiátrico, fue diagnosticado como un joven con un IQ elevado, pero con problemas de salud mental. Kemper fue liberado a los 21 años, regresando a la casa de su madre, donde la relación se tornó aún más tensa.
La búsqueda de las víctimas
Tras su liberación, Kemper se sintió libre y comenzó a recoger autoestopistas. Sin embargo, este deseo de libertad pronto se transformó en una cacería. Sus primeros asesinatos conocidos fueron los de dos estudiantes de Fresno State, Mary Ann Pesce y Anita Luchessa. Después de recogerlas, las llevó a un área boscosa, donde las asesinó y desmembró sus cuerpos, conservando sus restos en su apartamento.
Su modus operandi incluía deshacerse de los cuerpos en lugares remotos, como lo hizo con las víctimas Aiko Koo y Cynthia Ann Schall. La brutalidad de sus actos se incrementó con cada asesinato, y su deseo de poder y control se volvió cada vez más evidente.
El escalofriante significado detrás de los asesinatos
En varias entrevistas, Kemper explicó que decapitaba a sus víctimas porque consideraba que la cabeza representaba la esencia de la persona. Para él, era un trofeo que simbolizaba su control absoluto sobre sus víctimas. Esta obsesión por el control y la dominación se convirtió en una constante en su comportamiento criminal.
La relación con su madre
La relación de Kemper con su madre fue fundamental en su vida y sus crímenes. Clarnell no solo lo menospreciaba, sino que también lo manipulaba emocionalmente. A lo largo de los años, Kemper acumuló rencor y frustración hacia su madre, que culminó en su decisión de asesinarla el 20 de abril de 1973.
Después de un altercado, Kemper la golpeó con un martillo y luego le cortó la garganta. Más tarde, se refirió a su cabeza como un objeto de burla, lanzándole dardos y manteniéndola como un trofeo. Este acto final simbolizó no solo el fin de su rencor hacia su madre, sino también la culminación de su espiral de violencia.
El juicio y las repercusiones legales
Tras varios asesinatos, Kemper finalmente se entregó a la policía. Su juicio se centró en su estado mental y su culpabilidad. Aunque su abogado intentó argumentar que estaba loco, Kemper fue condenado por ocho cargos de asesinato en primer grado. Durante el juicio, solicitó la pena de muerte, pero en su lugar recibió siete cadenas perpetuas.
Desde entonces, Kemper ha pasado tiempo en varias instalaciones penitenciarias, donde se ha comportado como un modelo a seguir. Ha participado en programas de rehabilitación y ha narrado libros en audiolibros para personas con discapacidad visual. Aunque es un criminal convicto, su comportamiento en prisión ha sido notablemente diferente al de su vida anterior.
Edmund Kemper en la cultura popular
La historia de Kemper ha captado la atención de muchos, siendo una figura prominente en documentales y series de televisión, como «Mindhunter» de Netflix. Su representación en la serie ha resaltado la complejidad de su personalidad, mostrando a un hombre encantador y que, a la vez, es capaz de actos horribles.
El actor Cameron Britton, quien interpretó a Kemper en «Mindhunter», comentó sobre la dualidad de su personaje: «Es fácil pensar que todos tenemos algo de oscuridad en nosotros, y como actor, tienes que estar dispuesto a explorar esos rincones oscuros». La fascinación por Kemper no solo se centra en sus crímenes, sino también en la psicología que hay detrás de ellos.
El estado actual de Ed Kemper
Actualmente, Ed Kemper se encuentra encarcelado en el California Medical Facility en Vacaville, donde ha llevado una vida relativamente tranquila. A sus 71 años, ha renunciado a su derecho a audiencias de libertad condicional desde 1985, reconociendo que la sociedad no está lista para su regreso. Su vida en prisión ha sido productiva, participando en programas que benefician a otros internos y dedicándose a actividades creativas.
La historia de Edmund Kemper sigue siendo un tema de interés tanto para criminólogos como para el público en general. Su vida es un recordatorio inquietante de cómo los traumas familiares y las experiencias de la infancia pueden moldear a un individuo de maneras devastadoras, llevándolo a convertirse en uno de los asesinos en serie más notorios de Estados Unidos.

























