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El auge del tabloide legendario de Nueva York y sus historias de Mafia

Desde la década de 1970, el New York Post se convirtió en un ícono del periodismo sensacionalista, especialmente por su cobertura del crimen organizado en la ciudad más grande de Estados Unidos. La relación entre este tabloide y la Mafia es un reflejo no solo de un estilo de periodismo audaz, sino también de una era marcada por la violencia y el escándalo que capturó la imaginación del público.

La llegada del propietario australiano Rupert Murdoch a mediados de los años 70 transformó el Post. Con un enfoque renovado, el periódico amplificó su cobertura de violencia, sexo y escándalos de celebridades, impulsado por reporteros como Steve Dunleavy, un periodista de vida desenfrenada que se convirtió en un símbolo del nuevo enfoque del tabloide.

Un reciente libro titulado Paper of Wreckage: The Rogues, Renegades, Wiseguys, Wankers, and Relentless Reporters Who Redefined American Media, compilado por ex periodistas del Post Susan Mulcahy y Frank DiGiacomo, detalla la historia del periódico desde 1976 hasta 2004. A través de relatos en primera persona, el libro ofrece una mirada fascinante a las travesuras en la sala de redacción y en los bares, además de explorar cómo el tabloide se adentró en la política, los deportes y el entretenimiento de Nueva York.

La cobertura de la Mafia y el Post

Durante los primeros años de Murdoch, el Post no se limitó a cubrir crímenes, sino que también se destacó por su columna de chismes, Page Six, que se lanzó en los años 70 y sigue existiendo hoy. Sin embargo, las historias sobre la Mafia sentaron un precedente crucial, demostrando que la cobertura del crimen sería un pilar importante bajo la nueva dirección.

  • El reportero Jerry Capeci, originario de Brooklyn, se convirtió en un experto en el tema, aprovechando su extensa red de contactos en la ciudad.
  • El 3 de enero de 1977, Capeci publicó un titular en la portada: “Mob War Shapes Up Over Drugs”, lo que reflejó las nuevas prioridades del periódico.
  • Los titulares de portada, conocidos como «wood» en la jerga del tabloide, cobraron vida con frases memorables como “Headless Body in Topless Bar”, que surgió de un caso de asesinato en un bar de Queens en 1983.

Capeci, quien trabajó en el Post desde 1966 hasta 1986, recuerda que su historia sobre la Mafia en 1977 le ganó el respeto de los nuevos editores que Murdoch trajo consigo. Su trabajo se convirtió en un símbolo del enfoque audaz del tabloide hacia el periodismo en una era que estaba experimentando cambios drásticos.

El auge de John Gotti y la era dorada de la Mafia

En la década de 1980, el jefe de la mafia Gambino, John Gotti, emergió como una figura central que representaba tanto el glamour como la dureza de la era. Apodado “El Don Elegante” por el Post, Gotti se convirtió en una historia recurrente, atrayendo tanto la fascinación del público como el escrutinio de la ley.

La conexión de Gotti con el Post fue tan intensa que se puede afirmar que su historia estuvo, de alguna manera, intrínsecamente ligada a la del periódico. Capeci recuerda haberlo llamado “el Don Elegante” en su artículo, un apodo que rápidamente se convirtió en titular y en parte de la cultura popular.

Gotti, quien tenía un aura de celebridad que desafiaba la noción tradicional del crimen organizado, se convirtió en un héroe popular para algunos y en el enemigo público número uno para otros. Esta dualidad lo convirtió en el motor de una cobertura ampliada sobre la Mafia, reflejando el interés del público por sus andanzas.

El estilo «blue-collar» del periodismo en el Post

Nicholas Pileggi, aunque no trabajó en el Post, se convirtió en una figura importante en el periodismo de la Mafia, y su experiencia revela cómo el periodismo de esos días estaba impregnado de una sensibilidad «blue-collar». Pileggi señala que muchos de los reporteros eran personas de clase trabajadora que no habían asistido a la universidad, lo que les otorgó una conexión íntima con las historias que cubrían.

  • Reporteros como Carl Pelleck y Cy Egan eran representativos de esta era, conocidos por su estilo duro y su colorido carácter.
  • Pelleck, en particular, tenía conexiones profundas en ambos lados de la ley, lo que le permitió obtener información valiosa sobre el crimen organizado.
  • En un encuentro en un bar, Pelleck predijo la muerte de un miembro de la Mafia que había sido traicionado por su familia criminal.

La relación cercana entre Murdoch y periodistas como Pileggi enfatiza la importancia de conocer a las personas en lugares de poder. Murdoch, quien ha expandido su imperio mediático, siempre se mantuvo interesado en las historias de la Mafia y en cómo funcionaba realmente la ciudad.

Los legados y controversias del Post

A lo largo de los años, el New York Post ha sido tanto elogiado como criticado. Su cobertura de la Mafia ha dejado una huella indeleble en el periodismo estadounidense, pero no sin controversias. El periódico también ha sido acusado de mantener una reputación homofóbica y racista, así como de tratar a las mujeres de manera sexista.

Además, hubo episodios oscuros en su historia, como la contratación de criminales activos, incluidos miembros de la Mafia, para trabajos dentro del periódico. Esta relación cercana con el crimen organizado revela un lado más turbio de la búsqueda de primicias y la competencia feroz que definía el periodismo tabloid de esa época.

Hoy, el Post, aunque ha cambiado de ubicación, sigue siendo recordado con nostalgia por algunos y con rencor por otros. La complejidad de su legado se captura en las palabras de Nora Ephron, quien trabajó allí durante cinco años y más tarde se convirtió en una reconocida directora y guionista. Aunque describió el Post como un «zoológico», también lamentó no estar allí durante importantes eventos criminales o juicios.

La relación entre el New York Post y la Mafia es un capítulo fascinante en la historia del periodismo estadounidense, que continúa siendo objeto de estudio y análisis. Como legado de una era, su historia está marcada por la audacia, el escándalo y una búsqueda insaciable de la verdad, aunque a menudo empañada por la controversia y la ética cuestionable.