Eleanor Louise Cowell, quien más tarde adoptaría el apellido Bundy, es recordada como la madre de uno de los asesinos en serie más infames de la historia de Estados Unidos: Theodore Robert Bundy, comúnmente conocido como Ted Bundy. A pesar de los crímenes atroces que su hijo cometió y de la oscura herencia que dejó, Louise nunca dejó de mostrar su amor y apoyo hacia él. Esta devoción maternal en medio de la tragedia ofrece un contraste profundo a las horrendas acciones de su hijo, revelando la complejidad de la relación entre madre e hijo en circunstancias extremas.
Los inicios de Eleanor Louise Cowell
Eleanor Louise Cowell nació el 22 de septiembre de 1924 en Filadelfia, Pensilvania. Desde temprana edad, su vida estuvo marcada por dificultades. Su padre, Samuel Cowell, era un hombre abusivo y su madre, Eleanor, sufría de depresión. Este entorno familiar complicado y la historia psiquiátrica preocupante que la rodeaba influyeron en su desarrollo y en su vida futura.
Con solo 22 años, Eleanor se encontró embarazada fuera del matrimonio, un hecho que en la sociedad de la época estaba cargado de estigmas. En un primer momento, pensó en dar a su hijo en adopción, pero sus propios padres decidieron criar al niño como su propio hijo. Así, el 24 de noviembre de 1946, Theodore Robert Cowell nació en el Elizabeth Lund Home para madres solteras en Burlington, Vermont.
Para evitar la desaprobación social, los abuelos de Ted lo criaron como su hijo y Eleanor se presentó como su hermana mayor. Aún se desconoce la identidad del padre biológico de Ted, y las versiones sobre este tema son diversas y contradictorias.
Primeros indicios de problemas
Desde su infancia, Ted Bundy mostró comportamientos inquietantes. Una de las primeras señales fue su fascinación por los cuchillos; los vecinos informaron que el pequeño Ted se colaba en sus casas para tomar utensilios afilados. Además, se observaba a Ted mirando con anhelo a través de las ventanas de otras familias durante la noche, lo que despertaba la preocupación de su madre.
Con el tiempo, su temperamento se volvió más alarmante. Aunque Louise atribuía estos comportamientos a la travesura infantil, hoy en día se pueden interpretar como indicios de sus tendencias sociópatas emergentes.
El cambio hacia una nueva vida
En 1950, Eleanor se trasladó a Tacoma, Washington, donde cambió su nombre a Louise Nelson. En 1951, contrajo matrimonio con Johnny Culpepper Bundy. A través de este matrimonio, Johnny adoptó formalmente a Ted, aunque la relación entre ambos nunca fue cercana. Ted expresó en varias ocasiones que no se sentía conectado con su nuevo padre.
La pareja tuvo cuatro hijos, pero a pesar de esta nueva estructura familiar, Ted continuó distanciándose emocionalmente de su madre y de su padrastro. Durante su adolescencia, Ted se volvió más independiente y reservado, describiendo sus años en la escuela secundaria como una etapa de «depresión pronunciada».
La pesadilla comienza
En la década de 1970, mientras Louise trabajaba como secretaria en la Universidad de Puget Sound, las cosas tomaron un giro dramático. Su hijo, que había graduado de la Universidad de Washington y había comenzado estudios de derecho en Utah, fue arrestado en 1975 por el secuestro de Carol DaRonch. A partir de ahí, las acusaciones de múltiples asesinatos comenzaron a acumularse.
La vida tranquila de Louise se convirtió en una pesadilla al enfrentarse a la evidencia que se acumulaba en contra de Ted. Testigos y sobrevivientes afirmaron que él era responsable de una serie de asesinatos brutales de jóvenes mujeres, y su presencia en las escenas del crimen fue confirmada por varios testimonios.
Sin embargo, Louise se negó a aceptar la culpabilidad de su hijo, desestimando las pruebas y defendiendo su inocencia con fervor. A medida que los investigadores presentaban más evidencia en su contra, la mayoría de los padres habrían sentido horror, pero Louise mantuvo su fe en Ted.
Apoyo inquebrantable en tiempos difíciles
En junio de 1977, Ted Bundy eligió actuar como su propio abogado en el tribunal. Poco después, realizó un audaz escape desde la ventana de un segundo piso de la corte, siendo recapturado seis días después. Este intento de huida reforzó la percepción pública de su culpabilidad, pero Louise continuó sin ceder en su fe en él.
A pesar de que Ted confesó haber cometido más de 30 asesinatos, su madre se negó a creer que él pudiera ser capaz de tal violencia. A lo largo de su encarcelamiento, Louise realizó numerosas visitas, brindándole su amor incondicional y apoyo. Cuando Ted recibió tres sentencias de muerte en dos juicios por asesinato, Louise se unió a la lucha por apelar esas condenas.
La última llamada de Ted a su madre
Cinco horas antes de su ejecución, Ted Bundy realizó una emotiva llamada a su madre. Louise describió que sonaba «maravilloso» y «muy en paz consigo mismo». En esa conversación, Ted se disculpó repetidamente, insinuando que había una parte de él que las personas no conocían. Louise, con lágrimas en los ojos, le recordó que siempre sería su «precioso hijo».
La primera llamada ocurrió poco antes de las 11 p.m., y su adoptivo padre, John Bundy, le dijo a Louise que ella debía ser quien hablara. En medio de la conversación, Louise le comunicó: «Siempre te amaremos». A pesar del sufrimiento y la gravedad de la situación, la conexión emocional entre madre e hijo se mantuvo intacta hasta el final.
El legado de Ted Bundy
Ted Bundy se ha convertido en sinónimo de asesino en serie. Su atractivo físico y su inteligencia engañaron a muchos, mientras llevaba a cabo una ola de asesinatos en la década de 1970 que dejó un saldo de más de dos docenas de mujeres muertas, con especulaciones de que pudo haber estado involucrado en hasta 100 homicidios.
El primer ataque reconocido ocurrió en 1974, cuando dos jóvenes fueron abordadas por un hombre que se identificó como Ted en el Parque Estatal de Seattle. Nunca más fueron vistas con vida. En ese mismo año, varias mujeres desaparecieron de universidades en Washington y Oregón, incluida Lynda Ann Healy, una locutora de radio de 21 años.
A medida que su rastro de terror se extendía, Bundy fue finalmente arrestado en 1975 tras un intento de secuestro fallido. Fue condenado a 15 años de prisión, pero logró escapar en diciembre de 1977, encontrándose en Florida, donde continuó con su serie de crímenes.
Vida después de la ejecución de su hijo
La vida de Louise se volvió aún más complicada tras la ejecución de Ted. A pesar de su lealtad hacia él, enfrentó una fuerte reacción pública, recibiendo insultos y amenazas que la obligaron a cambiar de número de teléfono y mudarse con frecuencia. En los años posteriores, incluso continuó defendiendo a Ted, a pesar de las pruebas abrumadoras.
En su vida posterior, Louise se centró en su comunidad y su iglesia, brindando apoyo a otras familias. A pesar de ser madre de un asesino tan notorio, quienes conocieron a Louise la describían como una mujer amable, cariñosa y reservada. En sus últimos años, comenzó a expresar dudas sobre las confesiones de su hijo, pero el vínculo materno jamás se quebró.
Louise Bundy falleció el 23 de diciembre de 2012, a los 88 años, en Tacoma, Washington. Fue enterrada en el Parque Memorial Mountain View en Lakewood. Su vida, marcada por el dolor y la controversia, ilustra la compleja realidad del amor materno, incluso en las circunstancias más difíciles y conmovedoras.

























