En el bullicioso barrio de Burari, en Nueva Delhi, se alza una casa que oculta un misterio escalofriante. Aunque su apariencia sea la de un edificio ordinario de tres pisos, la historia que encierra ha dejado una huella imborrable en la psique de la nación. Este es el hogar donde la familia Chundawat, compuesta por once miembros, encontró un trágico final, un suceso que ha pasado a ser conocido como las muertes de Burari.
La familia Chundawat: Un retrato de normalidad
Los Chundawat, también conocidos como la familia Bhatia, eran el epítome de la normalidad en su vecindario de Burari. La matriarca, Narayani Devi, compartía el hogar con sus dos hijos: Bhavnesh y Lalit, junto a sus respectivas familias. Bhavnesh, el hijo mayor, era dueño de una tienda de comestibles en la planta baja. Por su parte, Lalit, el menor, era conocido por su profunda espiritualidad, un rasgo que, desafortunadamente, jugaría un papel crucial en el desenlace trágico de la familia.
El hogar también albergaba a Savita, la esposa de Bhavnesh, y a sus tres hijos: Neetu, Monu y Dhruv. Lalit estaba casado con Tina, y juntos tenían un hijo de 15 años llamado Shivam. Además, Pratibha, la hija viuda de Narayani, vivía con su hija Priyanka, quien había recibido recientemente una propuesta de matrimonio. La familia era bien respetada en la comunidad, conocida por su trabajo arduo, generosidad y el fuerte vínculo que los unía.
Un vecino comentó sobre ellos: “Eran una familia feliz. Nunca pensamos que algo así podría suceder”.
El desenlace: Un descenso hacia la ilusión compartida
A pesar de su apariencia normal, la familia Chundawat se estaba sumergiendo en una ilusión compartida, guiada por Lalit. Tras sobrevivir a un grave accidente, Lalit afirmó estar en contacto con el espíritu de su difunto padre, convenciendo a su familia de que estaba recibiendo instrucciones divinas a través de estas comunicaciones. Este engaño los llevó a una serie de rituales cada vez más extraños, con la esperanza de alcanzar la salvación.
Su descenso a esta ilusión colectiva fue meticulosamente documentado en una serie de once diarios, descubiertos tras la tragedia. Estos diarios, mayormente escritos por Lalit y Priyanka, revelaban los rituales y prácticas que la familia había estado siguiendo, culminando en el “Ritual del Árbol de Banyan” que desembocaría en su fatal desenlace.
El trágico final: Un ritual que salió mal
La noche del 30 de junio de 2018, la familia Chundawat llevó a cabo el ritual final que creían los conduciría a la salvación. A la mañana siguiente, fueron encontrados muertos en su hogar. Diez miembros de la familia fueron hallados colgando en el patio, con manos y pies atados y los ojos vendados. Narayani Devi fue encontrada sin vida en otra habitación. La policía determinó que se trataba de un suicidio masivo, un ritual que había salido terriblemente mal.
“Era una visión que puede perseguirte por el resto de tu vida”, recordó un oficial policial que prefirió permanecer en el anonimato.
Los once miembros fallecidos incluían a Narayan Devi (77 años), sus dos hijos Bhavnesh (50) y Lalit (45), sus esposas Savita (48) y Tina (42), así como sus hijos Neetu (25), Monu (23), Dhruv (15), Shivam (15), Meenu (23) y Priyanka (33).
Las secuelas: Un legado inquietante
Las muertes de Burari dejaron un legado inquietante, sirviendo como un sombrío recordatorio de los peligros de las enfermedades mentales no tratadas y las ilusiones compartidas. Los miembros sobrevivientes de la familia se negaron a aceptar la conclusión de la policía sobre el suicidio masivo, pidiendo una mayor investigación del caso. Sin embargo, sus súplicas fueron rechazadas por el Tribunal Superior de Delhi, que respaldó la conclusión policial.
“La decisión del tribunal fue un golpe para nosotros. Seguimos creyendo que nuestros seres queridos fueron asesinados”, expresó un miembro sobreviviente que prefirió mantener el anonimato.
La tragedia de la familia Chundawat ha sido explorada en un documental de Netflix, que ahonda en el caso y en la psicosis compartida que los llevó a su trágico final. La cobertura mediática extensa del caso ha suscitado discusiones sobre la conciencia de salud mental en India, subrayando la importancia de buscar ayuda profesional para problemas de salud mental.
En última instancia, las muertes de Burari permanecen como una historia escalofriante de una familia llevada a un final horroroso por sus ilusiones compartidas. La memoria de la familia Chundawat actúa como un sombrío recordatorio de la importancia de la conciencia sobre la salud mental y la necesidad de un diálogo abierto acerca de estos problemas en nuestra sociedad.
“El caso de Burari es un llamado de atención para todos nosotros. Necesitamos tomar en serio los problemas de salud mental y buscar ayuda profesional cuando sea necesario”, señaló el Dr. Rajesh Sagar, profesor de psiquiatría en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas de India.
El misterio de los 11 tubos
Un aspecto enigmático de las muertes de Burari fue el descubrimiento de 11 tubos que sobresalían de una de las paredes de la casa. Estos tubos, que no estaban conectados a ninguna entrada o salida de agua, estaban dispuestos de la misma manera en que fueron encontrados los cuerpos: diez colgando del techo en una habitación y uno en el suelo en otra. La disposición de los tubos, en función de la edad y el género de los fallecidos, profundizó aún más el misterio.
Las posiciones peculiares y el número de tubos llevaron a numerosas teorías y especulaciones. Algunos creían que los tubos eran una representación simbólica de los miembros de la familia y formaban parte del ritual que condujo a sus muertes. Otros especulaban que los tubos eran canales para los espíritus de los difuntos, una teoría que fue desmentida más tarde.
El informe de autopsia reveló que la causa de muerte de todos los miembros de la familia fue ahorcamiento, respaldando la teoría policial de suicidio masivo. La familia, impulsada por su ilusión compartida, creía que realizar el ritual les conduciría a la “salvación”. La presencia de los tubos, su disposición y las entradas crípticas en los diarios encontrados en la casa parecían apoyar esta teoría.
Las preguntas sin respuesta
La historia de las muertes de Burari es un escalofriante recordatorio de los misterios que se esconden en los rincones de nuestra vida cotidiana. Es un relato que continúa persiguiendo a la nación, una enigma sombría que puede que nunca se resuelva por completo. Mientras la casa de Burari lucha por deshacerse de su etiqueta de horror, la memoria de la familia Chundawat persiste, un eco aterrador de una noche que sacudió a un país.
¿Qué llevó a los Chundawat a su trágico final? ¿Fue un caso de histeria colectiva, un ritual que salió mal o algo más? Las respuestas permanecen tan elusivas como los espíritus que se creía estaban canalizando. Los diarios encontrados en la casa, llenos de entradas crípticas sobre “alcanzar la salvación” y “rituales de agradecimiento”, solo añaden al misterio.
“El caso de Burari es un misterio que puede que nunca se resuelva por completo. Pero sirve como un recordatorio contundente del poder de la creencia y las extremidades a las que las personas llegarán en su búsqueda de la salvación espiritual”, argumentó el Dr. Sudhir Gupta, jefe del departamento forense en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas de India.
Las muertes de Burari han dejado una marca indeleble en la comunidad. Los vecinos aún hablan de una sensación inquietante al pasar por la casa, y el área ha atraído a visitantes ansiosos por ver la “casa del horror”. Sin embargo, la vida sigue. La casa, que alguna vez fue un símbolo de una tragedia indescriptible, poco a poco recupera su lugar como otro edificio más en el bullicioso vecindario de Burari.
La historia de la familia Chundawat actúa como un escalofriante recordatorio del poder de la creencia y los extremos a los que las personas llegarán en su búsqueda de la salvación espiritual. Es un relato que seguirá persiguiendo la memoria colectiva de una nación, un sombrío testimonio de una tragedia que sacudió una ciudad y sorprendió a todo un país. Mientras la casa de Burari lucha por desprenderse de su etiqueta de horror, la memoria de la familia Chundawat permanece, un eco helador de una noche que siempre estará grabada en los anales de los misterios más escalofriantes de la India.

























