El caso de la muerte de Meredith Kercher y el posterior juicio de Amanda Knox ha capturado la atención del mundo entero, no solo por su naturaleza trágica, sino también por los giros dramáticos que tomaron estos eventos a lo largo de los años. La historia es un complejo entramado de justicia, sospechas y errores judiciales que resaltan las dificultades del sistema legal. A continuación, exploraremos a fondo este caso que ha dejado una huella indeleble en la memoria colectiva.
¿Quién es Amanda Knox?
Amanda Knox nació en Seattle, donde creció en un hogar de clase media con su madre, maestra, y su padre, que trabajaba en finanzas. Desde pequeña, destacó no solo por su inteligencia, sino también por su talento deportivo, especialmente en el fútbol, lo que le valió el apodo de “Foxy Knoxy”.
Su primer viaje a Italia fue durante su adolescencia, cuando su familia visitó ciudades emblemáticas como Roma y Pisa. Este viaje despertó en ella una fascinación por la cultura italiana, alimentada aún más por la lectura de Under the Tuscan Sun de Frances Mayes. Después de graduarse del Seattle Preparatory School en 2005, Amanda decidió estudiar lingüística en la Universidad de Washington y trabajó en varios empleos de medio tiempo para financiar su sueño de vivir en Italia.
Finalmente, en 2007, se trasladó a Perugia para participar en un programa de intercambio universitario, un movimiento que cambiaría su vida para siempre.
La relación con Meredith Kercher
En su nueva vida en Perugia, Amanda compartió un apartamento con Meredith Kercher, una estudiante británica de 21 años. Ambas estaban inscritas en un programa de estudio similar y rápidamente formaron una amistad. La llegada de Meredith a Italia representaba una oportunidad de crecimiento personal, pero su vida se truncaría de manera trágica.
Ambas jóvenes asistieron a un concierto de música clásica poco después de conocerse, donde Amanda conoció a Raffaele Sollecito, un estudiante de ingeniería que capturó su atención. Este encuentro dio inicio a una relación que se volvería central en los acontecimientos posteriores, ya que Amanda pasaba más tiempo en el apartamento de Raffaele, donde compartían momentos íntimos.
En la noche del 1 de noviembre de 2007, Amanda se encontraba en casa de Raffaele tras recibir un mensaje de texto que la eximía de su turno en el trabajo. Los eventos de esa noche marcarían el inicio de un infierno judicial.
El descubrimiento del crimen
Cuando Amanda decidió regresar a su apartamento para refrescarse, se encontró con una escena desgarradora. La puerta principal estaba abierta, y al entrar, llamó a Meredith, pero no obtuvo respuesta. Supuso que su compañera de cuarto estaba descansando, y se dirigió a la ducha. Fue entonces cuando notó manchas de sangre en el lavabo, lo que la llevó a investigar más a fondo.
Su inquietud creció cuando descubrió que la puerta de la habitación de Meredith estaba cerrada. Después de intentar varias veces comunicarse con ella, Amanda regresó a casa de Raffaele, y ambos decidieron verificar la situación. Al no poder entrar en la habitación de Meredith, llamaron a la policía, quienes finalmente encontraron el cuerpo sin vida de Kercher, cubierto con una manta, lo que generó una serie de preguntas y sospechas.
Investigación y juicio inicial
La investigación que siguió fue caótica y plagada de errores. Amanda Knox y Raffaele Sollecito fueron detenidos y sometidos a extensos interrogatorios. Amanda fue interrogada durante 53 horas, durante las cuales, bajo presión, hizo una confesión que luego se retractó, alegando que había sido coaccionada.
El caso se volvió internacionalmente controvertido, especialmente porque no se encontró ninguna prueba de ADN de Amanda en la escena del crimen. Esto planteó serias dudas sobre la validez de las acusaciones en su contra. Sin embargo, el fiscal italiano, Guiliano Mignini, insistió en que las evidencias apuntaban a la culpabilidad de Amanda y Raffaele, construyendo una narrativa en la que ambos eran presentados como una pareja peligrosa.
- La falta de pruebas directas de ADN.
 - La presión ejercida sobre los acusados durante los interrogatorios.
 - La percepción de Amanda como una joven americana “liberal” que influenció a Raffaele.
 
Finalmente, en diciembre de 2009, Amanda fue condenada a 26 años de prisión y Raffaele a 25. Sin embargo, la controversia continuó, y muchos expertos en criminología cuestionaron la solidez de las evidencias presentadas durante el juicio.
El proceso de apelación
Con el apoyo de la defensa y del público en general, que comenzó a cuestionar la justicia del juicio, se inició un proceso de apelación en 2010. La nueva evidencia que surgió, junto con el testimonio de Rudy Guede, un conocido criminal que había sido encontrado culpable de la muerte de Meredith, cambió el rumbo del caso. Guede declaró que Amanda y Raffaele no estaban involucrados en el asesinato.
En octubre de 2011, tras un juicio de apelación, las condenas fueron anuladas, y Amanda fue liberada. Este desenlace provocó una ola de reacciones en Estados Unidos y Europa, donde la historia había capturado la imaginación de muchos.
Revisión del caso y nuevas condenas
Sin embargo, el alivio fue efímero. En marzo de 2013, la Corte Suprema de Italia decidió que el caso debía ser revisado, lo que llevó a un nuevo juicio. Durante este proceso, se presentó una nueva evidencia, incluyendo un cuchillo que supuestamente contenía ADN de Amanda en el mango, lo que reavivó la polémica.
A pesar de que la defensa argumentó que el ADN encontrado en la cuchilla pertenecía a Amanda por razones triviales, como el uso cotidiano, el tribunal volvió a condenar a ambos. Amanda recibió una sentencia de 28 años y medio, una decisión que la dejó devastada.
Amanda Knox en la actualidad
En marzo de 2015, la Corte Suprema de Italia finalmente anuló las condenas de Knox y Sollecito, llevándolos a la absolución definitiva. Amanda, aliviada, regresó a Seattle, donde completó su educación y se convirtió en escritora y periodista.
En 2019, la Corte Europea de Derechos Humanos dictó que Italia debía compensar a Amanda con 18,200 euros por la falta de asistencia legal durante sus interrogatorios. Este fallo subrayó las deficiencias en el manejo del caso y en el sistema legal italiano.
Amanda Knox ha utilizado su experiencia para abogar por los derechos de las personas acusadas injustamente, escribiendo sobre su vida y los errores del sistema judicial en su libro Waiting to Be Heard: A Memoir. Su historia sigue siendo un poderoso recordatorio de la fragilidad de la justicia y del impacto que puede tener en la vida de las personas.

























