El 5 de diciembre de 1933, un evento sin precedentes marcó un giro radical en la historia de Estados Unidos: la derogación de un enmienda constitucional que había prohibido la venta y consumo de alcohol durante más de 13 años. Este cambio no solo relegalizó las bebidas alcohólicas, sino que también simbolizó el fin de una era de tensiones sociales y políticas que culminaron en el fallido experimento de la Prohibición.
A medida que se acercaba la fecha, la anticipación era palpable en todo el país. Grupos de ciudadanos comenzaron a celebrar la anhelada vuelta a la legalidad del alcohol, organizando fiestas y eventos para conmemorar la ocasión. Sin embargo, a pesar del entusiasmo, las celebraciones no fueron tan exuberantes como las fiestas de despedida que tuvieron lugar antes de la implementación de la Prohibición en 1920. En aquellas «últimas llamadas», la bebida fluía sin restricciones, mientras que el 5 de diciembre se vio marcado por una celebración más moderada, reflejando un cambio en la cultura y la sociedad estadounidense.
Contexto histórico de la Prohibición
La Prohibición fue el resultado de un extenso movimiento de templanza que había ganado fuerza a finales del siglo XIX y principios del XX. Este movimiento, impulsado por grupos como la Asociación Nacional de Mujeres Cristianas por la Templanza, argumentaba que el consumo de alcohol conducía a problemas sociales como la violencia, la pobreza y la desintegración familiar. En 1919, el 18.º Enmienda fue ratificado, prohibiendo la producción, venta y transporte de bebidas alcohólicas en Estados Unidos.
Sin embargo, la realidad de la Prohibición fue muy diferente a la visión idealista de sus defensores. En lugar de erradicar el consumo de alcohol, la ley fomentó un auge en el crimen organizado, donde mafiosos y contrabandistas prosperaban, abasteciendo a una población ansiosa por bebidas alcohólicas. Las tensiones sociales aumentaron, y el famoso «sacrificio» de la Prohibición se convirtió en un tema de debate en la nación.
El camino hacia la derogación de la Prohibición
La derogación de la Prohibición no fue un simple acto de desobediencia social, sino el resultado de un proceso político complejo. La Gran Depresión, que comenzó en 1929, exacerbó las dificultades económicas y sociales. Cada vez más estadounidenses se volvieron críticos de la Prohibición, señalando que la legalización del alcohol podría ayudar a reactivar la economía al crear empleos y generar ingresos fiscales.
El 20 de febrero de 1933, la Cámara de Representantes aprobó el proyecto de ley para derogar la Prohibición. Este proceso de derogación fue sorprendentemente rápido, tomando menos de 10 meses. A pesar de las proyecciones iniciales que sugerían que la ratificación podría llevar hasta dos años, el creciente apoyo público y político permitió que se alcanzara el número necesario de estados para la ratificación en un tiempo récord.
La celebración del 5 de diciembre de 1933
A medida que las campanas de la legalización sonaban, muchas personas esperaban ansiosas poder disfrutar de una bebida en un bar por primera vez en más de una década. Sin embargo, el panorama era más complicado de lo que muchos esperaban. Aunque 19 estados tenían leyes listas para la legalización, en otras partes del país, el acceso a bebidas alcohólicas podía retrasarse semanas o incluso meses debido a la burocracia y la escasez de suministros.
- En Chicago, la celebración fue desbordante y animada, con multitudes abarrotando los bares.
- En Nueva York, la situación era más moderada, con pocos establecimientos con licencia para vender alcohol.
- Las fiestas en Las Vegas, donde la Prohibición nunca fue estrictamente aplicada, fueron relativamente tranquilas.
El ambiente de celebración se complementó con una sensación de alivio. Para muchos, la derogación simbolizaba la recuperación de la libertad personal y la normalización de la vida social. Los bares y salones, que habían estado cerrados durante años, comenzaron a reabrir sus puertas, aunque con una capacidad limitada. En algunos lugares, los bartenders enfrentaron la realidad de una nueva generación que no sabía cómo disfrutar de una bebida legal debido a los años de restricciones.
La promulgación del 21.º Enmienda
El 21.º Enmienda, que formalizó la derogación de la Prohibición, fue ratificado oficialmente el 5 de diciembre de 1933. Este acto significó no solo la legalización del alcohol, sino también un retorno a un marco regulatorio que buscaba controlar el consumo responsable. El presidente Franklin D. Roosevelt, un firme defensor de la derogación, emitió una proclamación el mismo día, instando a los ciudadanos a hacer un uso prudente de su nuevo derecho.
Roosevelt enfatizó que la derogación no era un regreso a los excesos de la era anterior a la Prohibición. En su proclamación, subrayó la importancia de la moderación y la responsabilidad, instando a los estadounidenses a no caer en los mismos problemas que habían llevado a la Prohibición en primer lugar.
El fin de la Prohibición tuvo un impacto profundo en la cultura estadounidense. Las celebraciones de la derogación no solo marcaron la relegalización del alcohol, sino también un cambio en las actitudes hacia el consumo de bebidas alcohólicas. Los speakeasies, que habían sido refugios clandestinos durante la Prohibición, comenzaron a transformarse en bares y clubes nocturnos legales.
Además, la industria de las bebidas alcohólicas se revitalizó, lo que ayudó a la economía en un momento crítico. La relegalización del alcohol también trajo consigo un aumento en la regulación de la industria, con leyes que buscaban controlar la producción y venta de bebidas alcohólicas, así como asegurar condiciones más seguras de consumo.
Conclusiones sobre la Prohibición y su legado
La Prohibición dejó una marca indeleble en la historia de Estados Unidos. Su intento de erradicar el consumo de alcohol fracasó, en gran medida, debido a la resistencia cultural y social de la población. La derogación no solo fue un retorno a la legalidad, sino también una lección sobre los límites de la regulación gubernamental en la vida privada de los ciudadanos.
Hoy en día, el 5 de diciembre se conmemora como el Día de la Derogación, un recordatorio de la lucha por la libertad personal y la responsabilidad social. Aunque la historia de la Prohibición puede parecer un capítulo lejano, sus ecos todavía resuenan en debates contemporáneos sobre la regulación del consumo de sustancias en la sociedad.