La historia de Abby Hernández es un poderoso recordatorio de la resiliencia humana frente a la adversidad. Su experiencia de supervivencia tras un secuestro brutal ha capturado la atención del público, no solo por la tragedia que vivió, sino también por su valiente regreso y su determinación de sanar. Acompáñanos en este recorrido por su vida, su lucha y el camino hacia la recuperación.
¿Quién es Abby Hernández?
Abby Hernández nació el 9 de febrero de 1999 en North Conway, New Hampshire. Desde su infancia, se destacó en su entorno como la menor de tres hermanos, en una familia unida que valoraba el amor y el apoyo mutuo. Aunque sus padres, Zenya y Rubén Hernández, se separaron cuando ella era pequeña, Abby siempre mantuvo una relación cercana con su madre.
Durante su adolescencia, Abby era conocida no solo por su sonrisa radiante, sino también por su carisma y su espíritu alegre. Era una estudiante sobresaliente que combinaba su vida académica con diversas actividades deportivas, como el fútbol y el atletismo. Su dedicación y ética de trabajo le ganaron el respeto de sus compañeros y maestros.
La familia Hernández disfrutaba de momentos juntos, ya fueran escapadas al aire libre o actividades recreativas. Zenya, además de ser madre, trabajaba como enfermera, mientras que Rubén se dedicaba a la tecnología como técnico informático. Esta educación en un ambiente amoroso y activo sentó las bases para el brillante futuro que se presuponía para Abby, antes de que su vida diera un giro devastador el 9 de octubre de 2013.
La desaparición de Abby Hernández
El 9 de octubre de 2013, Abby dejó Kennett High School con la intención de regresar a casa. Sin embargo, se desvaneció sin dejar rastro. La última vez que fue vista, estaba caminando cerca de un puente local, pero nunca llegó a su hogar.
La preocupación de su madre, Zenya, comenzó cuando se hizo evidente que Abby no había regresado esa noche. Tras intentar comunicarse con amigos y familiares sin éxito, Zenya no dudó en reportar la desaparición a las autoridades. Desde ese momento, se inició una intensa búsqueda que involucró a policías, voluntarios y perros de rastreo.
A pesar de la difusión de volantes y la cobertura mediática, las semanas se convirtieron en meses sin ninguna pista sobre el paradero de Abby. La familia y la comunidad mantenían la esperanza de encontrarla viva, pero la incertidumbre y el dolor se apoderaban de todos.
Finalmente, el 20 de julio de 2014, Abby apareció en su ciudad natal, sorprendiendo a todos. Aunque parecía físicamente ilesa, su expresión y comportamiento revelaban la profunda marca emocional que había dejado su experiencia.
El brutal secuestro de Abby Hernández
El secuestro de Abby Hernández fue un episodio desgarrador que abarcó nueve meses de su vida. Fue víctima de Nathaniel Kibby, un hombre de 34 años que había estado acechándola antes de su captura. El día de su desaparición, Kibby la engañó, afirmando que necesitaba ayuda con un proyecto, y la llevó a su remolque aislado.
Una vez allí, Abby fue encerrada en un contenedor insonorizado que Kibby había construido. Durante las primeras semanas, permaneció en la oscuridad y el silencio, recibiendo solo cantidades mínimas de comida y agua, y utilizando un balde como baño. A pesar de un sistema de ventilación, las condiciones eran extremas y opresivas.
Con el tiempo, Kibby le permitió un acceso limitado al mundo exterior, trayéndole libros y revistas, pero también sometiéndola a abusos físicos y sexuales. La amenaza constante de violencia mantenía a Abby en un estado de terror, pero a pesar de las circunstancias, nunca perdió la esperanza de escapar.
El 20 de julio de 2014, Abby aprovechó una oportunidad cuando Kibby dejó la puerta del contenedor sin asegurar. Corrió hacia una carretera cercana y logró detener un auto que pasaba, lo que llevó a su rescate. Kibby fue arrestado y enfrentó múltiples cargos, incluyendo secuestro y asalto sexual, acabando con una sentencia de entre 45 y 90 años de prisión.
La valentía en el escape de Abby
El escape de Abby Hernández fue un acto de valentía y astucia. Tras meses de sufrimiento, la oportunidad de escapar llegó cuando Kibby dejó la puerta abierta. Con el corazón acelerado, Abby corrió hacia la carretera, donde logró atraer la atención de un conductor.
A pesar de su estado de shock y confusión, Abby logró comunicarle al conductor que había sido secuestrada y necesitaba ayuda. La rapidez de la respuesta del conductor fue crucial; llamó al 911 y en poco tiempo, las autoridades llegaron para confirmar su identidad y llevarla a un hospital.
Este momento no solo marcó su liberación, sino que también simbolizó su increíble fortaleza. A pesar de los horrores que había vivido, Abby demostró que la voluntad de sobrevivir puede prevalecer incluso en las situaciones más desesperadas.
¿Dónde está Abby Hernández hoy?
Desde su liberación, Abby Hernández ha recorrido un arduo camino hacia la curación. Aunque ha optado por mantener su vida personal alejada del ojo público, ha compartido vislumbres de su proceso de recuperación. Después de su secuestro, Abby buscó terapia y apoyo para enfrentar el trauma, siendo diagnosticada con trastorno de estrés postraumático (TEPT).
El camino no ha sido fácil, pero Abby se mantuvo decidida a seguir adelante. Se inscribió en la universidad y encontró consuelo en la escritura, una actividad que le brindó paz durante su cautiverio. Como parte de su proceso de sanación, Abby se convirtió en defensora de las víctimas de abuso y secuestro, utilizando su voz para crear conciencia sobre estos asuntos.
En 2014, Abby expresó su agradecimiento al público por su apoyo incondicional: “Quisiera poder agradecer personalmente a cada persona que me buscó, oró por mí y apoyó a mi familia. Su amabilidad y compasión han hecho una gran diferencia en mi vida”.
Actualmente, Abby se centra en sus estudios y su pasión por escribir. Publicó un libro titulado “Finding Me”, donde narra su experiencia de secuestro y supervivencia, y ha participado en entrevistas para compartir su historia y su viaje hacia la sanación.
La historia de Abby Hernández es un testimonio del poder de la resiliencia humana. A pesar de las experiencias traumáticas, Abby ha elegido no ser definida por su pasado, sino usarlo como un catalizador para su crecimiento personal y su compromiso con ayudar a otros.

























