En un mundo donde lo extraño a menudo se encuentra al acecho, hay historias que desdibujan la línea entre la realidad y la ficción. Este relato que a continuación se presenta revela un trabajo inquietante, uno que invita a la reflexión sobre la moralidad, la ética y la naturaleza humana. Acompáñame en este viaje donde un simple anuncio de trabajo se convierte en una experiencia perturbadora.
Un anuncio de trabajo inusual
Hace tres años, mientras navegaba por los anuncios de empleo en línea, uno en particular llamó mi atención, no por su contenido explícito, sino por su escasez de información. El mensaje era simple: “Trabajo disponible. Buen salario. Sin beneficios. Se requiere discreción”. Solo se proporcionaba una dirección de correo electrónico al final.
En ese momento, gestionaba una tienda de música, pero había oído rumores de que cerrarían en menos de un año, lo que me dejaba con pocas opciones. Tras varios días mirando ofertas de trabajo sin entusiasmo, este anuncio extraño se convirtió en mi única esperanza. Así que decidí enviar un correo electrónico.
El proceso de selección misterioso
Media hora después recibí una respuesta que me indicaba que debía presentarme en un edificio de oficinas en una zona exclusiva de la ciudad para mi “entrevista”. Al llegar y tras una breve espera, fui llevado a una oficina donde completé una serie de formularios. Luego de unos días, recibí una llamada informándome que había pasado a la siguiente fase del proceso.
En mi segunda entrevista, conocí a un hombre que se presentó como Mr. Solomon. Me llevó a una sala modelada para simular el lugar donde trabajaría. La sala contenía un escritorio con dos monitores, un teclado y un ratón, además de una caja metálica con dos botones: uno rojo y uno verde. Fue entonces cuando me explicó el trabajo.
- Trabajaría siete turnos de seis horas a la semana.
- Debía llegar diez minutos antes y cambiarme en una especie de vestuario.
- No podía llevar mis pertenencias al área de vigilancia.
- Los detalles de la vigilancia consistían en observar un monitor que mostraba una transmisión en vivo desde una cámara de alta definición.
- Cada hora, debía registrar cualquier evento interesante en el computador.
El botón rojo estaba destinado a emergencias, mientras que el verde se utilizaría para indicar algo de «verdadera significación». Mr. Solomon enfatizó que mi trabajo sería monitoreado, sugiriendo que era solo un respaldo en caso de fallos en otros sistemas. A pesar de mis dudas, el salario ofrecido era atractivo: treinta y cinco dólares la hora.
La sorprendente realidad del trabajo
Mi instinto me decía que había algo extraño en la naturaleza de este trabajo, pero la urgencia de un salario atractivo me llevó a aceptarlo. Comencé casi de inmediato y, al llegar al lugar, me sorprendí al ver que era casi idéntico a la sala modelo. Sin embargo, esta vez, los monitores estaban encendidos.
El monitor derecho era un terminal en blanco y negro, mientras que el izquierdo mostraba la imagen de una habitación que parecía un dormitorio. En la pantalla, vi a una mujer joven, a quien empecé a llamar Rachel. Estaba tumbada en un sofá, durmiendo. Sentí una mezcla de curiosidad y malestar, como si estuviera espiando su intimidad.
Observaciones inquietantes
Con el tiempo, me di cuenta de que Rachel no estaba allí por su propia voluntad. Aunque nunca la vi lastimada, noté que no salía de la habitación, excepto cuando hombres vestidos de manera extraña entraban y la llevaban. A menudo se iba con la cabeza gacha, lo que me llenaba de preocupación. La rutina se volvió angustiante cuando noté que había días en los que no regresaba.
Las horas pasaban y, aunque intentaba convencerme de que era un experimento, la situación se tornaba cada vez más inquietante. Observaba a Rachel pintar y, aunque parecía contenta al principio, su expresión cambió. Se volvió más concentrada y tensa, pintando más a menudo y por más tiempo. En un momento, incluso comenzó a organizar sus obras en el sofá, lo que me dio la oportunidad de ver sus pinturas por primera vez. Eran hermosas, pero había un mensaje oculto en ellas.
- Una imagen de un bosque verde.
- Un antiguo pozo de piedra.
- Una casa solitaria en una isla.
- Un cine de estilo antiguo.
Pero al mirar más de cerca, vi que había palabras entrelazadas en las pinturas. Temblando, leí en voz alta lo que decía: “Por favor. Ayuda. Yo. Thomas.” Mi corazón se detuvo. No podía ser una coincidencia que mi nombre apareciera en sus obras.
La difícil decisión
Con el corazón acelerado, me enfrenté a la disyuntiva de presionar uno de los botones. El rojo significaba emergencia, pero no había violencia. ¿Y el verde? Definitivamente, era algo notable. Pero ¿y si presionar un botón comprometía tanto a Rachel como a mí? Reflexioné sobre lo que Mr. Solomon había dicho: la discreción era clave. Sin embargo, la situación era cada vez más alarmante, y sabía que algo debía hacerse.
Buscando respuestas
Decidí que no podía seguir así. La noche anterior había tomado una decisión arriesgada: grabar un video con mi teléfono durante el turno siguiente y enviarlo a la prensa. La idea de arriesgar mi seguridad me llenaba de temor, pero el miedo de no actuar era aún mayor. Cuando llegué a casa, ya estaba pensando en cómo dar el siguiente paso. Tenía que hacer algo antes de que fuera demasiado tarde.
Un encuentro inesperado
Al llegar a mi apartamento, la realidad se tornó surrealista. Al abrir la puerta, me encontré cara a cara con Rachel. ¿Cómo era posible? ¿Era un sueño o una manifestación de mi mente? Su presencia trajo consigo un torrente de emociones, y ante el asombro, sentí que la esperanza renacía. Sin embargo, las preguntas sobre su situación persistían. La historia estaba lejos de terminar.
Este relato, lleno de intriga y misterio, plantea preguntas fundamentales sobre la ética, la moral y la naturaleza humana. ¿Qué hubieras hecho en mi lugar? En el cruce de caminos entre la seguridad personal y el deber moral, la respuesta no es sencilla. Las decisiones tomadas en momentos críticos pueden tener consecuencias de largo alcance, no solo para uno mismo, sino para aquellos que dependen de nosotros. Cada elección cuenta, y la verdadera naturaleza de nuestras acciones a menudo se revela en los momentos más oscuros.