En el mundo de la literatura contemporánea, pocos géneros despiertan tanto interés como el de la novela de crimen y mafia. La trilogía del autor Tod Goldberg, que concluye con su reciente obra titulada Gangsters Don’t Die, no solo ofrece una emocionante narrativa de acción, sino que también profundiza en la psicología de sus personajes, brindando una reflexión sobre la naturaleza humana en medio de la violencia.
La narrativa sigue a Sal Cupertine, un asesino a sueldo de Chicago que se enfrenta a las consecuencias de sus acciones tras el asesinato de tres agentes federales y un informante. A medida que la historia avanza, Cupertine abandona su vida en Chicago para forjar una nueva identidad en Las Vegas, donde se convierte en el rabino David Cohen. Esta transformación es el núcleo de una trilogía que no solo entretiene, sino que también invita a la introspección sobre el destino y la redención.
Un viaje a través de la trilogía
La serie compuesta por Gangsterland, Gangster Nation y Gangsters Don’t Die se puede disfrutar de manera independiente, pero su lectura secuencial enriquece la experiencia, llevando a los lectores a viajar cronológicamente desde finales de los años 90 hasta principios de los 2000, con saltos temporales que ofrecen una comprensión más amplia de la evolución de los personajes.
En el primer libro, Cupertine expresa su adherencia a tres pilares fundamentales: familia, deber y retribución. Estos conceptos resuenan en toda la trilogía, manifestándose en intrincadas tramas y encuentros fatales que mantienen al lector en vilo. A medida que la historia se desarrolla, se revela cómo estos principios influyen en las decisiones de Cupertine y en su búsqueda de una vida que trascienda su pasado criminal.
Una autenticidad arraigada en la experiencia
La maestría de Goldberg en la creación de un entorno auténtico en sus novelas proviene de su profundo conocimiento de Las Vegas, más allá de su superficial reputación como ciudad de casinos. Su experiencia personal en la región, que incluye una residencia de dos años, aporta un nivel de veracidad que desafía los estereotipos típicos sobre la ciudad.
- Goldman menciona a personas reales como Oscar Goodman, un abogado defensor de la mafia y exalcalde de la ciudad.
- Referencias a áreas residenciales como Summerlin añaden un toque de familiaridad.
- El Las Vegas Review-Journal se menciona como uno de los principales medios de comunicación de la región.
Los personajes de Goldberg no solo interactúan con su entorno, sino que también ofrecen observaciones agudas y, a menudo, humorísticas sobre la vida en Las Vegas. Un personaje describe la ciudad como “un tazón de polvo fetido en medio de la nada”, una crítica mordaz que refleja la dualidad del lugar como un escenario de sueños y desilusiones.
Reinvención de un género
Goldberg se enfrenta al desafío de revitalizar el género de la novela de mafia, que muchos consideran agotado tras el impacto de obras como The Sopranos y películas icónicas como The Godfather y Goodfellas. A pesar de las dudas sobre la originalidad de su enfoque, Goldberg se propuso explorar temas de la mafia desde una perspectiva fresca y provocativa.
Al comentar sobre este reto, Goldberg revela: “Sentí la presión al escribir la primera novela de la serie, pero elegí admitir que Puzo había creado y arruinado la narrativa moderna sobre el crimen organizado”. Esta autorreflexión le permitió abordar las historias de la mafia de una manera que no solo entretiene, sino que también cuestiona la naturaleza de los personajes y sus motivaciones.
Goldberg sostiene que las historias de crimen tienen la capacidad de ofrecer una mirada crítica a la sociedad, reflejando sus fallas y tensiones subyacentes. Durante la pandemia, se dio cuenta de que muchos lectores, incluyendo él mismo, buscan en el crimen ficción un sentido de orden y justicia en medio del caos.
Influencia y conexiones literarias
La obra de Goldberg está influenciada por un amplio espectro de escritores, tanto dentro como fuera del género criminal. Nombres como Elmore Leonard y Dennis Lehane se destacan, pero su visión también se nutre de autores que no son conocidos específicamente por sus obras de crimen.
- Susan Straight, quien le enseñó a pintar paisajes evocadores.
- Richard Ford, que mostró cómo humanizar a personajes en situaciones extremas.
- Margaret Atwood, quien ha mezclado géneros de manera magistral a lo largo de su carrera.
Goldberg reconoce la importancia de aprender de una variedad de voces literarias, lo que ha enriquecido su enfoque narrativo y su habilidad para crear personajes complejos que resuenan con el lector.
Exploración del camino hacia la redención
Uno de los temas más profundos que Goldberg aborda en su trilogía es el concepto de redención. La evolución de Cupertine de un criminal violento a un rabino en busca de propósito es un viaje que invita a la reflexión sobre el cambio y la posibilidad de transformación personal.
La profundidad emocional de los personajes, incluyendo la complejidad de sus elecciones y la búsqueda de un sentido de fe, permite que los lectores se conecten con ellos en un nivel más humano. La serie no solo se trata de violencia y crimen; es, en esencia, una exploración de la condición humana en sus formas más oscuras y luminosas.
Goldberg destaca: “Aunque los libros exploran la violencia y la cultura que la apoya, también son un viaje del alma, donde un hombre malo puede convertirse en uno mejor al enfrentarse a una noción de fe”. Esta dualidad es lo que hace que su trilogía sea no solo emocionante, sino también profundamente resonante.
En un mundo donde las historias de la mafia han sido contadas desde múltiples ángulos, la trilogía de Tod Goldberg aporta una voz única y matizada que invita a los lectores a cuestionar no solo la moralidad de sus personajes, sino también la suya propia. La conclusión de la trilogía con Gangsters Don’t Die no es solo un cierre de una historia, sino una apertura a nuevas conversaciones sobre el crimen, la redención y la humanidad.